domingo, 9 de febrero de 2014

A favor de la inocencia, en contra de la culpabilidad

No. No me he molestado en ver o leer las declaraciones de la Hinfanta. No me interesa toda la polémica en torno a la rampa esa que tenía que subir o bajar o lo que fuera, ni cómo pensaba hacerlo, ni como lo hizo finalmente.

«¿Pero por qué, Pepito, por qué?» me preguntáis muchos. «¿Acaso no te conmueve esta injusticia manifiesta, acaso no es para ti el destino de los miembros de las élites lo más importante?». Pues claro que me conmueve joder, lo que pasa es que yo ya sé de antemano —como lo saben los abogados, los fiscales defensores, los de Hacienda y hasta el juez— que esta tía es inocente. O mejor dicho, que es irrelevante si es inocente o no. Lo que de verdad importa es que es miembro —aunque no en todas las acepciones del término jua JUA JUAAAAA ! ! !— de una élite a la que nos debemos y que por tanto tiene que ser absuelta sí o sí.

En cuanto al juez más le valdría centrarse en los problemas reales de la sociedad, como los insufribles escraches, los desahucios frustrados que causan pérdidas a entidades bancarias y fondos de inversión, la kale borrroka, las privatizaciones echadas a perder por los viles intereses particulares de miles de privilegiados etc etc.

CON LA HINFANTA

CON LA CASA REAL

CON LA KONSTITUZIÓN

CON LAS ELÉCTRIKAS

CON EL PP

domingo, 2 de febrero de 2014

El concilio de Elrond

Buah muchachos, estoy más excitado que ni sé porque, como supongo que sabéis, este fin de semana se celebra el nosécuántos congreso del PP en Pucela. ¿Puede haber algo que se la ponga más dura a todos aquellos que, como el que escribe estas líneas, están a sako por la supremacía de las élites? ¡No y mil veces no! Una erección de caballo que me dura desde el jueves y sigue como pedruskonio puro es la prueba. Pero divago.


Hombres y mujeres sabios se reunirán con el semblante grave para debatir los grandes problemas que atraviesa Espéin —salarios demasiado altos, subvenciones a las empresas demasiado bajas, impuestos sobre las ganancias del capital altísimos, dificultad para acceder a bienes básicos como el tabakazo, privatizaciones frustradas— y tomarán decisiones que no sólo atañen a los ricos y poderosos, sino también a los tontos y débiles. 

La buenaza de Cospedal, enemiga de mamandurrias y azote de paniaguados —toda la pasta que ganan ella y su marido brota de su esfuerzo personal, de un compromiso sin límites con la generación de rikeza— lo ha dejado claro: «Es el PP o la nada». Y kuánta razón tiene la condená.

Y es que el PP es el único partido con las agallas de aspirar a la totalidad, de recuperar la tradición de los grandes partidos de los años treinta, que no sólo consiguieron aunar a toda la xusma bajo la tutela de unas élites iluminadas, sino que supieron imponer su criterio en cada cerebro y en cada corazón. El PP, siguiendo su estela, se las ha arreglado para grabar a fuego sus principios en las costumbres y en la ética de nuestro cuerpo social, hasta el punto de que a día de hoy —afortunadamente— la exhibición de puntos de vista o actitudes no-peperas pone al individuo fuera de lo socialmente aceptable y lo condena al ostracismo que se merece por hijo de puta.

Yo, que soy del PP y voto al PP, no pienso más que en el PP. Toda mi vida gira en torno al PP y no concibo que pueda existir nada más allá del PP.

¡SI NO VOTAS AL PP NO ERES MI AMIGO!