martes, 7 de enero de 2014

¡El día que viviremos en la infamia! ¿El día que viviremos en la infamia?

Calma, caaalma. Entiendo muy bien vuestro cabreo. ¡No hay para menos! Pero ¿cómo puede atreverse ese juezucho de mierda a imputar a alguien de la Casa Real? ¿Nos hemos vuelto locos? ¿En qué mierda de sociedad vivimos? Todos estos pensamientos y muchos otros os vendrán a la mente y es perfectamente normal. Mas yo pienso que no hay motivos reales para inquietarse y que esta imputación, lejos de suponer un perjuicio para la buenaza de la infanta, lo que hace es allanar el camino hacia su completa absolución. Afortunadamente.


Para empezar, el juez actúa contra el (sabio) criterio de los abogadosfiscales proanticorrupción y del Estado. Sólo el sindicato (¡puagh!) Manos Limpias mantiene la acusación. Aunque son unos buenos chicos es fácil ver que aquí se han pasado de la raya. Su persistente actitud —sin su concurso no podría haber imputación— arroja una nueva luz sobre las dudas que manifestaba hace unos días.

Éso y el afortunado hecho de que estemos en una e-konomía de merkado en la que a los que dejan de ser útiles al systema les queda poco más que vender klínex en algún cruce de carreteras —destino que le aguarda a Castro en el caso de emitir un veredicto de culpabilidad, y él lo sabe— apunta a que este movimiento está encaminado a buscar la exculpación total de la buenaza de Kris. ¿Qué forma podría tomar esta exculpación?

Pues tras unos cuantos rifirrafes destinados a darles gustillo a los morbosos y rencorosos de siempre Castro podría concluir de manera definitiva aquello que los abogadosfiscales y la sabiduría convencional llevan diciendo desde hace rato: que es totalmente inocente, que ella no sabía nada, y que cuando firmaba facturas y tiraba de visa no se enteraba de absolutamente nada. Más fácil imposible.

Pero imaginemos, que es mucho imaginar, que alguna de las pseudopruebas inexistentes resulta ser, no se sabe muy bien cómo, irrefutable, y que a Castro no le queda otro remedio que condenarla. ¿Qué hacer entonces?

¡Pues un indulto y se acabó, joder! Y luego a disfrutar de la vida —su hermana podría darle lecciones en este aspecto— y a seguir emprendiendo con institutos superkanyeros.


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